Y así es y será.
Con el tiempo me he dado cuenta que debemos aprovechar más cada momento que vivimos. Porque en ese instante puede parecer insignificante, pero con el paso de los años es más valioso de lo que nos podemos llegar a imaginar.
Y es que anoche, al echar la vista atrás y poner en modo on mi cabecita, me di cuenta que recordando un momento concreto, se me habían escapado varias sonrisas. Y entonces supe que había sido más especial de lo que ya creía.
Y por un instante no pude ser más feliz. Fui feliz porque me di cuenta que si se me había escapado una sonrisa era por algo. Y seguramente era porque en aquel momento disfruté cada segundo y lo viví al máximo, consiguiendo que hoy fuese un gran recuerdo.
Y qué bien.
Cáete, reviéntate las rodillas, déjate heridas por todo el cuerpo y llora si te apetece. ¿Qué pasa? Nada. Esa es la señal de que has vivido de verdad.
Que has arriesgado, que has salido ahí fuera a darlo todo, que te has olvidado de los miedos y del qué dirán. Que has disfrutado, que te has lanzado y sobre todo, que le has puesto un par de huevos. O de lo que sea.
Si sale bien, genial. Si sale mal, te levantas, te curas las heridas, le pones una sonrisa a cada una de ellas y para delante.
Que la vida sigue.